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El hombre de los sueños: Nicolas Cage en una tragedia moderna

Dos años después de la estrambótica comedia negra Sick of myself (2022), el director y guionista noruego, Kristoffer Borgli, vuelve con su tercera película, Dream Scenario, producida por A24, con Nicolas Cage como protagonista.

No sería extraño que, como la misma historia lo sugiere en algunas partes, el argumento de Dream Scenario esté basado en la creepypasta de internet que circulaba desde hace más de 10 años, sobre «this man», un hombre que aparecía supuestamente en los sueños de muchas personas, pero cuya identidad se desconocía. Esa es precisamente la anécdota en la que se basa esta tragicómica historia de terror: un hombre promedio, profesor de biología falto de carácter, de pronto se vuelve famoso por aparecer sin explicación en los sueños de miles de personas, primero de forma inofensiva, hasta terminar por convertirse en una suerte de Freddy Krueger.

Paul Matthews, insiste a sus alumnos desde los primeros minutos de la película en una clase sobre el comportamiento adaptativo de las cebras, señalando que justamente lo que les permite sobrevivir es camuflarse entre la multitud: ahí el meollo del asunto con el que la película confiesa su premisa sobre los peligros de la fama, Paul se vuelve un blanco fácil, al destacar entre las miles de personas con las que nadie sueña.

Por extraño que parezca, lo más interesante de «El hombre de los sueños» no es la anécdota, que de por sí ya es bastante llamativa, sino la crítica a la fama y la cultura de cancelación a partir de las redes sociales, además de las puertas que deja abiertas al presentarnos una suma de ideas que no cierran del todo en la película, pero que filtran otras reflexiones.

Este filme pone el dedo en la llaga sobre las concecuencias que ha traído habitar una realidad hiperconectada y además se integra al corpus de obras que han abordado el interesante tema de la mente humana y los sueños, poniendo su sello personal con un tratamiento de humor estrambótico aunado a una ácida crítica sobre el uso de las redes sociales, que vimos en el largometraje anterior de Borgli, Sick of myself, dejándonos en claro que ya es un estilo autoral que propone, además de una tesis burlesca sobre la explotación del sueño en el futuro, una advertencia sobre tener cuidado con lo que se desea, sobre todo si es la fama, en tiempos de redes sociales.

Es precisamente esto último lo que construye la base de esta tragedia moderna: el error trágico del protagonista Paul Matthews es desear muy en lo profundo el reconocimiento público sin decidirse a trabajar por él, pues justamente al inicio de la película no tiene las agallas para reclamar la autoría de su propia investigación como biólogo a su exesposa, ni la diligencia de escribir el libro sobre esa misma investigación. Por otro lado, es evidente que no puede valorar la vida que tiene a lado de su atenta esposa y sus dos hijas, pues desea ser invitado a reuniones donde lo consideran una persona sosa y aburrida, no escucha el consejo de su esposa que pudo haber frenado la avalancha de atención mediática sobre él, poniéndose en peligro no solo a sí mismo, sino también su familia; y por si fuera poco, cuando se le presenta la oportunidad de ser infiel, no es capaz de rechazarla.

El ascenso de Paul Matthews por el azaroso y salvaje camino de la fama vía twitter, facebook y redes sociales se desploma en caída libre dramáticamente al pasar en segundos de ser un ente que sólo contempla el caos sin intervenir en él, a ser el artífice de las pesadillas más horripilantes de miles de personas, incluídos particularmente sus estudiantes, que se organizan para sacarlo de su puesto de profesor en el que lleva años trabajando, porque sienten horror al tener que compartir espacio con el hombre que los ha ahorcado y acuchillado en sus pesadillas. Incapaz de saber cómo detener la vorágine mediática, el único camino posible para Paul es lidiar con las consecuencias de no haber actuado cuando debió hacerlo, ni tomar decisiones acertadas cuando era el momento, al haberse dejarse llevar por las seductoras mieles fugacez de una fama que se derrumba de manera estrepitosa, casi al mismo tiempo que aparece, orillándolo a perderlo todo.

Con respecto a la premisa sobre tener cuidado con lo que se desea a partir de una suerte de fantasía cinematográfica que diluye la frontera entre la realidad y la ficción, esta película recuerda a la relativamente reciente Érase una vez un genio (George Miller, 2022), pues deja una impresión similar sobre la profundidad del tema que aborda, aunque con una ligereza humorística y ráfagas de terror escalofriante propias de Christopher Borgli.

La película corona su propuesta temática planteando subtramas que no se cierran, pero que no parecen un hueco en el guion sino más bien un abordaje moderno de la trama, creando puntos abiertos que no repercuten directaemente en la historia, pero sí en el espectador. Por ejemplo, al volverse «el hombre más interesante» globalmente, tras ser reconocido como «el hombre de los sueños», Paul recibe una oferta por parte de una agencia de publicidad que le ofrece firmar una campaña con Sprite y otras prometidas marcas más, pero no vemos qué ocurre realmente con esta campaña después porque no hay tiempo para desarrollarlo; sin embargo, el guiño hacia la explotación que hacen estas compañías de cualquier persona que se hace famosa sin importar el motivo por el que lo sean, para poder vender e influenciar en el público global en la vida real, es más que clara.

Una suerte de epílogo sarcástico cierra esta mordaz película, que en realidad pareciera que de inicio no tenía planeado un final reparador o feliz, presentando un dispositivo tipo pulsera que es desarrollada a partir del fenómeno Paul Matthews, que habilita a influencers para vender cualquier artículo al infiltrarse en los sueños de los usuarios. Este epílogo, permite a Paul soñar (irónicamente) con la vida de anonimato que antes tenía, utilizando esta nueva tecnología para infiltrándose en los sueños de su ahora exesposa, la única persona capaz de aceptarlo aún en ellos sin sentir el terror de todos los extraños que comenzaron a encontrarse con Paul en sus pesadillas.

Finalmente, Dream Scenario nos permite encontrar referencias o ecos evidentes de las diversas perspectivas desde las que se ha abordado la mente y el sueño en el cine, integrando ideas de obras paralelas como Inception (2010, Christopher Nolan), en lo que respecta a la idea de poder ingresar voluntariamente en la mente de alguien más, de Dead of Night (Alberto Cavalcanti, 1945) la aparición de fragmentos de sueños de varios personajes, de Mulholland Drive (David Lynch, 2001) la premisa sobre cuando el sueño (o la fantasía) se empieza a fundir con la realidad, y de Possessor (Brandon Cronenberg, 2020) o cualquier película futurista distópica, la capacidad de infiltrarse en la mente de otros a partir de un dispositivo tecnológico y las consecuencias que ello podría conllevar.

A partir del 16 de mayo, «El hombre de los sueños» estará disponible en salas de cine en México.

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