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Desde Rusia con Post-punk: Kino y su protesta anti-URSS

La denominada “nueva ola rusa”, es decir, el también llamado agrestemente “post-punk ruso”, es una tendencia estética y discursiva del rock, que ha visto nacer proyectos de alta alcurnia entre los cuales es posible nombrar a Molchat Doma, Ploho, Human Tetris, Buerak, Utro, y Motorama, por mencionar a los más populares. El gélido aliento en el que se inspiran estas bandas, proviene de un conjunto formado en 1980, en el Leningradskiy Rok-Klub; se trata de Kino, cuyo emblemático frontman y autor de prácticamente todas las letras de la banda, Viktor Tsoi, se graduó como leyenda del rock el 15 de agosto de 1990, al trascender prematuramente a otro plano existencial, con tan solo 28 años de edad, tras haber sufrido un accidente automovilístico al quedarse dormido al volante y chocar contra un autobús; el primer álbum de la banda fue lanzado en 1981, por lo que, en nueve años de actividad, Kino logró producir más de cien canciones con un ritmo de casi un álbum por año.

La leyenda cuenta que el día del fenecimiento de Viktor Tsoi, él se dirigía al estudio a grabar nuevas canciones cuyas letras estaban en la guantera de su automóvil, también se dice que tenía pre-grabadas algunas pistas todavía en un estado que él consideraba imperfecto, en una cinta que sobrevivió al choque, y finalmente, con ese material, los miembros restantes de la banda lograron producir de manera póstuma el que los fans llamaron “álbum negro”, ya que en realidad no tuvo un título, sino solo una cubierta negra con el nombre de la banda escrito con alfabeto sirilíco. Y aunque este álbum fue un bombazo, solo fue una despedida, y por respeto a Viktor, la banda decidió separarse inmediatamente después de su lanzamiento; si bien años más tarde volvieron con algunas presentaciones en vivo, éstas fueron más un homenaje al legado del conjunto, que una vuelta con material nuevo, excepto por el lanzamiento de una canción inédita que no entró al álbum negro y un nuevo álbum en vivo.

Las letras de Viktor Tsoi cumplieron siempre con los requisitos de una canción punk: simple, al grano, honesto y recalcitrantemente anti-sistema, al grado de que se habló por años, y aún se especula, que la muerte de Viktor pudo haber sido provocada para ponerle fin a sus constantes críticas al abuso de poder de la URSS, a la guerra contra Afganistán, y a las condiciones infrahumanas en las que vivieron muchos rusos bajo una dictadura militar que prometía solamente dos futuros posibles para su población: una muerte lenta en la pobreza, o una muerte rápida en la guerra.

La depresión colectiva de la Madre Rusia en la década de los ochentas, agravada por una economía estancada y la guerra afgano-soviética, nutrió la pluma de Viktor Tsoi, quien era además de rebelde, un gran lector; y quizá acercarse a novelistas rusos, lo llevó a asumir e imprimir en su arte, una postura existencial sumamente sensible a la belleza que puede haber en una vida gélida, gris, y plena de dolor, que no deja de buscar el amor a pesar de la guerra, la esperanza a pesar del miedo, ni la libertad a pesar del poder más brutal, opresor, y destructivo. 

La música de Kino tuvo una importante fuerza expresiva, que no obstante, no hubiera sido escuchada por nadie de no ser por la cantidad de géneros que exploró siempre acertando en las proporciones adecuadas de uno u otro, para lograr una excelente mezcla de  música folklórica rusa, cajas de sonidos, y post-punk. Podríamos decir que son música folk, y sería tan acertado como decir que son goth rock, new wave, o synth rock. Viktor Tsoi recogió no sólo experiencias vitales propias para su música, también supo adoptar la belleza de la música de protesta que con guitarras acústicas a la Bob Dylan, y coros un tanto rasposos a la Patti Smith, repasaba la vida de hombres y mujeres comunes de su entorno, y en vicisitudes simples encubrían  extraordinarias denuncias contra las élites, principalmente.

Viktor le canta a una vida en la que al hombre común, en cualquier momento el ejército podría solicitarle dar la vida por su “amada” madre patria en Afganistán. Así lo expresa en una de las canciones más exitosas de la banda, Gruppa krovi (Grupo sanguíneo), “…mi grupo sanguíneo está en mi manga, mi número de serie está en mi manga, deséame suerte en la batalla, y que no quede tendido entre la hierba…”, y continúa diciendo así, “…no quiero la victoria a cualquier precio, no quiero el pecho de nadie bajo mi bota…”, cantar acerca de no estar de acuerdo con la guerra en un contexto bélico y en uno de los puntos de la historia con mayor tensión bélica entre la URSS y otras naciones, equivalía a una traición a la patria. Ningún civil quiere la guerra, a menos que defenderse se torne en su propia guerra personal, tal guerra subjetiva sería romántica por definición, y Viktor Tsoi románticamente encuentra el poder de hacer de la vida una experiencia trascendente, en el amor, con estos versos, “…prefiero quedarme aquí contigo, solo para estar aquí contigo…”, una forma sumamente elegante y sutil de decir hagamos el amor y no la guerra.

Viktor Tsoi le cantó al humanismo en un momento de la historia rusa deshumanizado, la relevancia cultural de su música es gigantesca, y una prueba de ello está en la calle Arbat, del centro histórico de Moscú, misma que existe desde el siglo XV y en la cual se encuentra una estatua en bronce del músico que inundó los corazones eslavos con rock, así como muros engalanados con su imagen plasmada sobre ellos, junto con fragmentos de su poesía en Graffiti. En este mismo sitio icónico, en junio de 2010, diferentes músicos nacionales se reunieron para conmemorar su herencia a la cultura popular. 

Algo que siempre impregnó la música creada por Viktor Tsoi, fue el origen coreano de su padre, Robert Maximovich Tsoi, quien ejerció la profesión de ingeniero; le heredó el amor por los sonidos de las flautas cortas de bambú, por el espiritualismo oriental, y por la filosofía oriental, que sitúa su búsqueda por un sentido trascendental de la existencia en experiencias de iluminación interior. Los sintetizadores silban con un viento que proviene de la profunda intempestad oriental; ese es Viktor Tsoi, alguien que desde las entrañas de la tormenta, buscó el cielo en las alturas de un ideal, que no se ha materializado, pero que tampoco se ha perdido. 

Así como el Brexit se convirtió en un tema pretexto para hablar de libertad en la música de diversos artistas británicos, ver el fin de un estado de esclavitud política y existencial enmarcado con clavos en la URSS, se convirtió en un tema recurrente para Viktor Tsoi. Sin embargo, cuando se le cuestionó respecto a sus ideas en materia de política, él simplemente respondió que hacía arte y no periodismo. Aún con eso, resulta evidente una intención de criticar a la URSS en canciones como Mama Anarjia (Madre Anarquía), Gruppa Krovi (Grupo Sanguíneo), y especialmente en la canción que se convertiría en un himno de protesta para la historia del rock ruso, Khochu peremen! (¡Quiero cambios!). 

En dicha canción, también conocida simplemente como Peremen (Cambios), un requinto de guitarra galopa cual llanero solitario con una batería que golpetea un ritmo que remite a una marcha militar. Viktor canta versos que insistió no tienen que ver con protestas sociales, pero que dicen, “El sol rojo y brillante se extinguió completamente, y este día se apaga con él, y sobre una ciudad brillante la sombra caerá […] así que el esquema es sencillo, no hay nada más que hacer y depende de nosotros”. Su mensaje siempre fue antifascista, pero nunca se enunció políticamente de forma abierta debido a la censura en la opresiva Unión Soviética.

El legado de Kino está en haber puesto el dedo sobre una llaga en la historia de Rusia que mana de la formación de la URSS, con constantes guerras por el control de naciones circundantes que poco han contribuido al desarrollo de una mejora en la calidad de vida para los ciudadanos rusos. Bandas de naciones que surgieron a raíz de la disolución de la Unión, adoptaron influencias de Kino para crear protestas lírico-musicales en un renovado discurso anti-URSS dirigido esta vez a la realidad de un mundo post-comunista, el epílogo de una historia que demuestra su tendencia a repetirse. El contexto actual en Rusia mantiene vigente el mensaje de este grupo de rock, y la adhesión que tuvieron a las vanguardias musicales de su época, mantiene vigente también su sonido.

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