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The Batman: la cruzada feminista (?) de Selina Kyle

Quienes argumentasen que el personaje de Catwoman está construido con una perspectiva de género machista, tendrían razón, pero cometerían un error si perdieran de vista que Selina Kyle, especialmente en la versión cinematográfica de Matt Reeves, representa a una mujer que es una constante víctima de múltiples formas de violencia estructural; tal (re)presentación de la mujer a través de un personaje ficticio, debe ser interpretada como parte de una denuncia simbólica al contexto social en el cual su historia se (in)scribe, uno arraigadamente patriarcal; en otras palabras, ‘Gatúbela’, es una alegoría de la actual condición femenina en el marco de un capitalismo decadente.

Creado por Bill Finger y Bob Kane, el personaje de Catwoman es más un anti-héroe, que un villano; aunque se dedica al robo de joyería, sus motivaciones suelen ser altruistas, como si se tratara de un moderno Robin Hood de género femenino. En casi todas sus versiones, su historia de origen incluye un pasado de abuso, orfandad, y una forzada relación en la que desempeña un rol de víctima y cómplice con el crimen organizado.

Si lo vemos con objetividad, Selina Kyle es víctima de trata de personas desde su infancia, pues nació y creció en un mundo plagado por narcotraficantes, proxenetas, homicidas, y políticos corruptos, que tienen en común que siempre han visto su cuerpo como un objeto/mercancía sexual.

De acuerdo con lo que se nos cuenta en The Batman, con siete años de edad, Selina perdió a su madre, quien murió estrangulada a manos de Carmine Falcone; cerca del clímax de esta película, vemos que el jefe más poderoso de la mafia en Gotham, resulta ser también el padre biológico de Selina, y que nunca la reconoció ni se hizo cargo de ella; como parte del mensaje de fondo en The Batman, el mismo hombre que propicia la existencia de una estructura social corrupta desde su médula, cimentada en mentiras y cargada de falocentrismo, es quien invisibiliza en el abandono a la mujer violentada que simboliza Selina; visto de otro modo, una figura patriarcal condena al exilio a una mujer desde su edad infante, en un mundo inundado con violencia que dicho símbolo patriarcal propicia, y en el que ella rápidamente descubre que tiene que aprender a sobrevivir de la depredación sexual del hombre valiéndose de su astucia; y aunque esto no se menciona en la película, da para asumir que en esta versión, Catwoman tal vez pasó un largo tiempo en el mismo orfanato de la familia Wayne en el cual germinaron la misantropía y el nihilismo de Edward Nashton.

En efecto, la historia de Catwoman, no está marcada por la locura, pero sí por la orfandad, una que conoce en la infancia, y que trasciende a una suerte de orfandad existencial; Selina es fugitiva de un origen tortuoso que quiere olvidar, pero que al mismo tiempo, siente incompleto y desea restaurar, con el objetivo de saber con mayor certeza quién es ella, cuál es su destino, y cuál su esencia. ¿No es esto similar a una definición de neurósis? Después de todo, lo que quiere es restaurar su historia de vida para estar en paz con su sí mismo.

Tenemos entonces, a un personaje de una complejidad psicológica y existencial tan profunda como realista. Queda implícito en esta cinta que la madre de Selina era prostituida por Carmine Falcone. Recordemos que al hablar de que su madre fue estrangulada, menciona que pudo haber sido alguien del club donde ella trabajaba; en ese momento aún no descubre que el asesino de su madre es Falcone, y que piense que pudo ser virtualmente cualquier hombre, permite inferir que quizá entre los servicios del club estaba el comercio sexual para los pervertidos y criminales del bajo mundo de Gotam; fetichistas entre los que tedría que haber estranguladores. Uno de ellos es Falcone.

Quizá no sea una locura pensar que en algún momento de su vida, esta versión de Catwoman se haya visto forzada a vender su cuerpo como objeto sexual, o que alguna vez un jefe de la mafia la haya chantajeado para acceder a ella sexualmente; si bien es difícil imaginar a Selina como una víctima pasiva, algo así embonaría con la oscuridad y el realismo buscado para este nuevo ‘bat-verso’; pero sobre todo, embonaría con la influencia que ejerció Taxi Driver en la producción de The Batman.

Nacidos en la noche

En estos elementos resuena el eco de la película de Scorsese en la de Reeves: en Taxi Driver, el protagonista, un hombre solitario con un pasado tortuoso, y cuya consciencia no lo deja dormir, decide que su misión es eliminar a los criminales de la ciudad que habita tras entrar en contacto con sus barrios y personajes más violentos; atestigua la locura de hombres como aquel que el propio Martin Scorsese interpreta en un cameo histórico y que le pregunta si ha visto cómo queda una vagina tras dispararle; en la medida en la que atestigua la abyección de los habitantes de su urbe, el ánimo justiciero de nuestro protagonista le hace desarrollar una especie de deseo de venganza contra todo criminal.

En su descenso por el bajo mundo, que al mismo tiempo le aterra, le asquea y le fascina, conoce a una mujer mucho menor que él, se enamora de ella, y no tarda en descubrir que se ve forzada a vivir como sexoservidora en un club manejado por el crimen organizado. Nuestro hombre solitario se adjudica la tarea de salvar a quien percibe como una doncella en peligro, y heróicamente enfrenta a su proxeneta; una vez que ella está a salvo, sus vidas toman rumbos divergentes con la promesa de, tal vez, volver a verse algún día.

Es evidente que la trama de Taxi Driver guarda numerosas similitudes con la de The Batman. Incluso ocurre que Travis Bickle y Bruce Wayne comparten el tener un automóvil como símbolo de su independencia, pero también de su incesante deambular existencial, y de su temperamento impulsivo, apenas manejable; el taxi de Travis, y el Batmóvil del murciélago, son literalmente un vehículo para explorar la oscuridad de una ciudad en decadencia, y a la vez representan la inmersión de Travis y Bruce en la oscuridad de sus respectivos (in)conscientes, la profunda noche.

Una noche en la cual se engendran las más abominables pesadillas, habría que añadir. Quizás una diferencia esencial entre Travis Bickle y Bruce Wayne, sea que Travis oscila entre los ideales de Batman y el nihilismo sociópata de Edward Nashton, que resuelve un dilema ético de forma extremista, justificando el sacrificio de vidas humanas, argumentando que cada muerte es en nombre de “limpiar” los pecados de la ciudad. Cualquiera que actuara bajo esa lógica, y con ese resentimiento histórico, terminaría resucitando el ideal nazi. El Riddler muestra que la historia, sea personal o de una sociedad, no se limpia con sangre ni se reivindica en la venganza.

En realidad, Edward Nashton es la venganza, mientras que progresivamente, Bruce Wayne comprende que el cambio que busca no puede estar motivado por el rencor, sino por la esperanza en que dicho cambio es posible. Parte de lo que define a Batman es que condena al crimen, pero siempre busca redimir al criminal que lo comete. Por eso impide que Selina cobre venganza por la muerte de su amiga/pareja Annika, porque sabe que una vez que corra sangre en sus manos, ya no serán diferentes a los monstruos que combaten, y sus espíritus habrán sido devorados por la misma oscuridad.

Volviendo a nuestra anti-heroína, vemos que ella no quiere ser salvada; en contracorriente a la estereotipada doncella en peligro (una imagen-molde de la cual al menos en el cine, no han sacado a Mary Jane), Selina demuestra su rechazo a una figura que paternalmente busca protegerla, porque descubrió a la fuerza que no la necesita; por eso le dice y le reitera a Batman que se puede cuidar sola. Y de hecho termina salvando al encapotado de lo que hubiera sido una muerte segura en los minutos finales de esta entrega fílmica.

Gatos de Lesbos y… murciélagos en el clóset (?)

Zoë Kravitz ha compartido que interpretó a una Selina Kyle bisexual y me parece lo más congruente, ya que recordemos que para este bat-verso, Matt Reeves se basó en buena medida en ‘The new 52’, un reinicio del universo de DC Comics en el que se confirmó el secreto a voces respecto a la identidad sexual de Selina Kyle en el Catwoman #39, publicado en abril de 2015, y en el cual Selina besa a una mujer llamada Eiko.

La bisexualidad de Selina Kyle se corresponde con las condiciones ambientales en las cuales se desarrolló su persona. Creció sin madre y sin padre, y si recurrimos a la teoría freudiana, veríamos que ello implica una resolución del complejo de Edipo/Electra propia de una personalidad con una organización libidinal bisexual.

Selina colmó el vacío que dejó en ella la falta de una figura maternal por medio de encarnar a esa madre protectora que no tuvo; la misma madre que necesitó siendo una niña desprotegida; al seguir siendo en el fondo esa niña que alberga su inconsciente en forma de recuerdos traumáticos, la proyecta con frecuencia en mujeres cuyos problemas la hacen identificarse con ellas; les brinda ese amor incondicional propio de una madre sacrificando su seguridad para salvarlas, por ejemplo, robando para ayudar a alguna amiga por la que sienta más que cariño a saldar una deuda. Nuestra anti-heroína cae constantemente en enamoramientos en los que básicamente lo que hace es tratar de salvarse a ella misma a través de otras mujeres que conozcan, y por lo tanto le recuerden, un dolor similar al suyo.

Para decirlo esta vez con un poco del lenguaje técnico del psicoanálisis: Selina construyó una identificación imaginaria con la imagen de una mujer independiente y fuerte que decidió encarnar desde niña, para tener a la madre que le faltó, por medio de serlo ella misma para sí misma. Confeccionó a esa figura materna desde una identificación simbólica en la cual es aún una niña con miedo, que necesitaba justamente a esa mujer fuerte que la cuidara.

Algo similar le ocurre a Batman, ya que en Robin proyecta esa parte de su personalidad que es un chico vulnerable que necesita ser salvado. Una prueba de esto se encuentra en la escena en la cual el funeral de Don Mitchell Jr. es interrumpido. Bruce Wayne postra su mirada en un adolescente de género masculino que, sentado en soledad y con una mezcla de desolación y desorientación en el semblante, contempla el escenario fúnebre. ¿No es obvio que esa imagen evoca el recuerdo de un joven Bruce Wayne presenciando el funeral de sus padres? Por eso se arroja para salvar a ese chico de ser arrollado por una camioneta, porque con esa misma desesperación Bruce Wayne desea salvarse a sí mismo.

Si se materializan los rumores de la llegada de un Robin a la secuela de The Batman, probablemente se atrevan a retratar la relación homosexual maestro-discípulo que Bruce Wayne mantiene con él. Misma de la cual hemos visto momentos en los cómics.

Grant Morrison, quien ha escrito historias de Batman como Arkham Asylum, Batman Inc., Batman and Son, y Batman RIP, explicó en una entrevista para Playboy que, para él, la base de todo el concepto de Batman es gay. En su relación con Alfred y con Robin, existe una sublimación de amor paternal, y de un hijo sustitutivo que se convierte en el objeto de ese amor. Por su parte, el psiquiatra Fredric Wertham opina que muchas historias de Batman representan manifestaciones neuróticas de homosexualidad.

En la actualidad, el cine hollywoodense, y la cultura popular en general, dan visibilidad a versiones queer de personajes icónicos de la ficción. El hijo de Superman, Batwoman, Green Lantern, John Constantine, y Deadpool, son solo algunos ejemplos de una tendencia a indagar todas las posibilidades del desarrollo psicológico de los personajes involucrados en una narrativa, entre las cuales está un individuo bisexual; lo anterior, implica que el cine de superhéroes, al igual que otras formas de arte, se ha vuelto más subjetivo, figurativo, e inteligente, porque se plantea el objetivo de explorar cuestiones sociales, psicológicas y filosóficas, que anteriormente este género no lograba abordar con éxito, en parte debido a que entre las audiencias había demasiados tabúes.

En este mismo sentido, también es perceptible la tendencia en el cine de superhéroes, de retratar una sociedad más consciente de la neurodiversidad en sus integrantes, y de retratarla de una forma metafórica que semeja al surrealismo en el aspecto de referirse de un modo a veces muy literal a conceptos del psicoanálisis con el objetivo de ahondar en la psique de sus personajes, pero en última instancia, también en la psique de su espectador, articulando así un discurso de relevancia para su propia época en términos no solo de una estética vanguardista, sino de un contenido reflexivo cuantioso. El cine de superhéroes, no está exento de los numerosos cambios que han traído para el arte, corrientes de pensamiento posmodernistas.

Sadista felina

Como se ha mencionado al inicio de este texto, Selina Kyle es parte de un escenario sumamente machista. Parte de su lucha es, en un sentido, contra la violencia de género, presente en todas sus formas, ya que a lo largo de sus arcos narrativos, no deja de encontrarse con hombres que la sexualizan.

Selina Kyle es un personaje fascinante porque en ella se pueden encontrar dos representaciones contradictorias de la feminidad: una Justine y una Juliette sadeanas; Selina tiene la historia de vida de una inocente Justine que se convierte poco a poco en una seductora y empoderada Juliette.

Quizás al principio de su vida fue una niña ingenua, pero la oscuridad del mundo en el que vivió y creció le abrió los ojos rápidamente. Se empodera cuando consciente de su sexualidad usa su seducción para dominar a otros hombres, y lejos de vivir como una esclava ya sea del capitalismo o de los deseos del hombre, instaura su propio sistema ético no falocentrista y roba si cree tener buenas razones para hacerlo.

Doblega las normas de la sociedad y de la moral, como la Juliette de Sade, o una mujer feminsta, en nombre de buscar una libertad subjetiva. Selina Kyle en The Batman, representa por lo tanto, una postura crítica al capitalismo con un enfoque plenamente feminista. Catwoman vive en la ficción el drama que muchas mujeres viven en la vida real, y su acertado retrato de la sociedad, hace de este personaje, un elemento discursivo fundamental para esta entrega, y demuestran cuán contracultural resulta una postura feminista en nuestros días.

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